Hay pasos en falso que pueden resultar letales o si corremos con algo de suerte nos dejan incapacitados de manera temporal.
Caminar por el casco céntrico de la ciudad de Loja representa echar a la suerte nuestros pasos, es decir, implorar a la buena fortuna para no caer por las veredas y resultar lesionados.
Quién iba a imaginar que el famoso proyecto denominado “Plan de Ordenamiento y Desarrollo Sostenible del Casco Urbano Céntrico de la Ciudad de Loja” conocido también como “regeneración urbana” o “regenerar”, según los vientos uracanados de la administración de turno, resultara una trampa para los transeúntes. El área de intervención es de 170 hectáreas de casco antiguo que abarca actividades comerciales, financieras, académicas y culturales.
Desde el 2016 los guías turísticos seguramente entre las recomendaciones tendrán que decirles a los visitantes “camine agarrándose de las paredes porque si se descuida puede resbalarse”.
Cuando la supuesta obra de aparente gran trascendencia para la ciudad ahora representa una gran frustración.
Los anuncios de la asignación de recursos de la Corporación Andina de Fomento para el financiamiento de la obra que incluía entre otras cosas soterramiento de cables y arreglo de las veredas representa una verdadera molestia para los usuarios.
Algunos para defenderse de las caídas intentan buscar calzado de buena marca y que sea antideslizante para disminuir los accidentes.
A pesar de la precaución de los usuarios, las caídas son cada vez más frecuentes.
Lo peor de todo es que los usuarios tienen que pagar por una obra mortal. En términos sencillos los ciudadanos cancelan el impuesto de la regeneración de la caida.
Los candidatos a concejales y alcaldes han prometido dar solución, sin embargo, al asumir sus funciones aseguran que esa vigilancia “no es importante”, entonces en Loja los habitantes y los turistas diariamente se enfrentan con las calzadas deslizantes porque en Loja el resbalón si es caída.