El paro nacional convocado por el movimiento indígena genera descontento y desesperación entre los habitantes de Imbabura y de otras provincias del centro del país porque sus actividades económicas quedan truncadas.
Mientras el gobierno se resiste al diálogo.
La lucha social sufre tal desgaste que se desconoce su ideología y la visión que podrían tener.
Este fenómeno se desprende porque Ecuador soporta un paro nacional cada tres años. El rechazo a la eliminación del subsidio al combustible enciende la confrontación en las calles, vías, espacios públicos y zonas comerciales.
Los propiciadores de las movilizaciones han perdido credibilidad y consecuentemente liderazgo.
La fuerza indígena y social está debilitada.
El paro de Daniel Noboa causa graves pérdidas. A pesar del caos los acercamientos entre el régimen y los dirigentes indígenas marcan distancia.
La fuerza indígena del 2019 y 2022 se muestra debilitada.
Su agenda se agotó en seis años.
Con debilidades y fortalezas nuestro país vive días turbulentos puesto que la movilización deja desabastecimiento de productos de primera necesidad, carreteras cerradas, actos violentos y cuantiosas pérdidas económicas.
Además la justicia indígena crea polémica. Los enfrentamientos, los daños a la propiedad y los negocios cerrados arman un escenario de caos especialmente en el sector productivo porque se encuentra paralizado.
La tensión en Ecuador persiste, nos acercamos a la veintena de días de paralización traducido en el cierre vial en al menos cinco provincias que deja una pérdida de seis millones de dólares diarios.
Los sectores agrícola, comercial, turístico, de transporte, entre otros sufren las consecuencias.
La violencia altera los ánimos.
El dirigente de la CONAIE amenaza con tomarse Quito y el gobierno responde con un nuevo decreto de estado de excepción en 10 provincias.
La Corte Constitucional hace observaciones al nuevo estado de excepción.
La convocatoria para el referéndum y consulta popular se suman a los elementos del conflicto. El entre que si y que no de la consulta levantan las alertas de alta tensión y nos alejan de la búsqueda de soluciones a los problemas de inseguridad, desempleo, carencia en servicios de salud, entre otros tantos y tantos temas pendientes.